Debe ser sin duda muy duro sobrevivir en Manhattan y tener miedo de los semáforos. Imagine. Sin ayuda profesional, se puede pasar igual de mal que si sufres pavor por las luces de neón y vives en la noche hongkonesa; o cuando te desembarcan sin remisión en Perito Moreno y temes al hielo. Igual de omnipresentes que semáforos, luces y hielo, para tener miedo irracional a las piedras en el Sáhara occidental, en cambio, no hace falta estar mal de la cabeza: tan sólo haber visto explotar alguno de tus miembros cuando de niño fuiste a jugar con una de ellas... porque en realidad era una bomba de racimo.
Es el caso del pequeño Manfoud Alí.
Manfoud es sólo una de las víctimas infantiles de un conflicto africano
cuyo inicio fue presenciado por cada vez menos gente viva. Hace 40 años. En 1976 el
Sáhara occidental se independizaba de España, que concluía así una pérdida
secular de colonias por todo el mundo; pero se iniciaba otra batalla: la de
Marruecos y los habitantes de ese nuevo país, que no es país, por una independencia
que no es tal. Un enfrentamiento político y armado que dura demasiado y que
tiene víctimas frecuentemente silenciadas e ignoradas: los niños saharauis. Esta es la historia de
cuatro de ellos.
9 de marzo de 2013. Un
sábado más, Manfoud, de 12 años de edad, pastorea junto a su padre cerca de
Mheriz. Se alejó un poco de él, viviendo ese espíritu aventurero infantil que sólo unos pocos conservan de adultos. Lo que sucedió a continuación, no lo olvidará en la vida: "Encontré
una bola un poco extraña y la cogí para verla despacio. La golpeé así, con una
piedra, para ver si podía abrirla... y me explotó en las manos". Desde entonces Manfoud,
que sigue viviendo y pastoreando en esos desérticos territorios del Sáhara
Occidental cerca de la frontera con Mauritania, tiene miedo a las piedras.
Manfoud, unas semanas después de que le explotara la bomba de racimo
Joaquín Tornero
|
La historia de los
territorios africanos frente a las islas Canarias es tan conocida como triste.
Provincia española desde finales del siglo XIX, tras las presiones de
Marruecos, Mauritania y los propios saharauis, el reino europeo la descoloniza y abandona en
1976. En esa salida de España de los territorios influyó no sólo su intenso
proceso de cambio hacia la
Democracia (en
noviembre de 1975 moría el dictador Francisco Franco tras 40 años de mandato); también los
movimientos masivos de ocupación de nativos desarmados ante los que España no
reaccionó militarmente y también los dictámenes y consejos de la ONU.
Pero entonces
empezó otra lucha: la de la auto proclamada RASD (República Árabe Saharaui
Democrática) y su brazo de acción armada y política, el Frente Polisario,
contra el reino alauí. Lucha con épocas de muertes, conversaciones,
discusiones, enfrentamientos y acusaciones varias (incluidas de violación de los Derechos
Humanos) que dura 40 años.
Se trata de un conflicto histórico con picos multilaterales (incluye entre otros a la ONU y España además de los
dos principales contendientes) que cuenta con decenas de víctimas y
damnificados, entre los que frecuentemente no se cuenta a los niños. Niños que
deben soportar burlas de profesores y compañeros cuando repiten en clase (a la
que se deben desplazar cubriendo en algunos casos decenas de
kilómetros) lo que sus padres les inculcan desde que nacen: que ellos son
saharauis; la ortodoxia de Rabat impone una respuesta mil veces escuchada con
sus variaciones por las naciones oprimidas de todo el mundo: "¿Qué es eso? ¡Tú eres
marroquí!". Niños que no tienen país ni casa fija (la mayoría vive en
campamentos de desplazados). La
ONU estima que son unas 100.000 personas las que viven así,
allí.
Manfoud es operado
Minas desactivadas.
Museo militar de Tindouf.
UN Photo/Evan Schneider |
Por los territorios del Sáhara existe un número
indeterminado de este tipo de artefactos y minas anti persona sin explotar de
los que heroicamente se encarga la
MINURSO (Mission
des Nations Unies pour l'Organisation d'un Référendum
au Sahara Occidental). Esa parte del Sáhara
Occidental es considerada como una de las más fuertemente minadas del Mundo.
Manfoud apenas tiene mano derecha, pero sí una ventaja: una segunda lengua.
Habla casi perfectamente español. Se lo debe a uno de las decenas de programas
que bajo la denominación 'Vacaciones en paz', llevan a cabo cada verano ONGs de
toda España. La idea (y lleva siendo realidad 40 años) es hacer que los niños saharauis olviden durante un par de meses que viven de prestado en
asentamientos que no son de nadie. Se reparten por la geografía española,
conviven con familias... Comen distinto, respiran distinto, ríen y juegan.
El pequeño pastor pasa los veranos en Murcia y no conoce a Sabah Sidati. Ella es otra de
las niñas del Sáhara que ha tenido la suerte de participar en este programa, en su caso en el norte, en Cantabria. Y ha tenido verdaderamente mucha suerte porque, al margen de haberse distraído y aprendido español durante unos
veranos, esas semanas en España le han salvado literalmente la vida.
Sabah, como muchos niños del Sáhara, no
aparenta la edad que tiene. Cuenta ya 17. Es casi una mujercita, pero nadie lo
diría. Su dulzura, envuelta en pizpiretos rizos y su mirada directa aunque algo
cohibida ante el periodista, remite irrenunciablemente a su juventud. Hace tres
años empezó a dolerle el oído. En su país sólo le recetaban
tratamiento paliativo pero el problema parecía que iba a más. El verano de 2012
llegó una vez más a Cantabria, donde se disponía a pasar otro tiempo feliz. Pero un médico español, al que sus padres de adopción la llevaron
sólo por precaución, iba a truncar su gesto, siquiera por un segundo, en
seriedad: Sabah tenía un tumor dentro de su cabeza, en el oído derecho.
Sabah Sidati, este verano
AC
|
Era necesario operar cuanto antes. Así se
hizo y Sabah es en la actualidad una jovencita alegre, sana y con residencia
legal en España gracias a sus padres de acogida y a la mediación de la ONG 'Cantabria por el
Sáhara'. Tras la biopsia de lo extirpado, los médicos determinaron que la
naturaleza del tumor podría haberle permitido extenderse rápidamente por el cerebro
de la niña y acabar con su vida. Las 'Vacaciones en paz' se convirtieron en
'Vacaciones por la vida'.
Mientras el viento español juega con sus rizos, uno se da
rápidamente cuenta de que Sabah es una niña eminentemente alegre. Y muy
inteligente. "Lo
apruebo todo"-dice segura aunque humilde. -"Hago caso
a lo que me dicen mis padres y mi hermano que aún viven allí: estudiar,
estudiar y estudiar". Animado por la madurez y seguridad en el hablar
que demuestra, el periodista sube la apuesta y le hace una pregunta de 'mayor': -"¿Cuál crees que es la solución al problema del Sáhara Occidental?" -"Hay que comunicar, informar de
esta situación -responde tras pensar dos segundos-. Participar en marchas, asistir a conferencias... Hay que
defender los Derechos Humanos".
El Consejo de Seguridad de la ONU renovó
en abril de 2015 el mandato de la MINURSO.
UN Photo/Eskinder Debebe |
En Nueva York se habla de ellos todos los días. El Consejo de Seguridad de la ONU , en su reunión del 29 de
abril de 1991, "deseoso
de lograr una solución justa y duradera de la cuestión del Sáhara
Occidental", estableció la
MINURSO , que tiene el objetivo último de organizar un
referéndum por la independencia o no de ese país sin nacer.
Por desgracia, lo único "duradero" hasta el momento ha sido el desacuerdo entre Marruecos y los saharauis sobre el censo y las circunstancias en las que esa consulta debe llevarse a cabo. Todo regado siempre de protestas, detenciones, muertes y bombas diseminadas como piedras en el desierto que se han llevado más de 2.500 vidas.
Por desgracia, lo único "duradero" hasta el momento ha sido el desacuerdo entre Marruecos y los saharauis sobre el censo y las circunstancias en las que esa consulta debe llevarse a cabo. Todo regado siempre de protestas, detenciones, muertes y bombas diseminadas como piedras en el desierto que se han llevado más de 2.500 vidas.
Efectivos de la ONU
En una permanente búsqueda del orden en los territorios, los casi 500 efectivos
de
Miembros de la MINURSO cargan material en Oum Dreyga,
Sáhara Occidental. Junio de 2010. UN Photo/Martine Perret |
Y es que mientras en Nueva York su mandato es renovado año tras año en la esperanza de avanzar hacia esa solución justa, la tarea de la MINURSO en el terreno no es precisamente fácil. Aún así, no obstante, han conseguido garantizar la erradicación de enfrentamientos abiertos y bien desactivar, bien organizar la explosión controlada de miles de minas y explosivos.
Su área de trabajo es un territorio inhóspito, lleno de arena, piedras y 'piedras sorpresa', en el que reina uno de los llamados 'muros de la vergüenza'. El muro construido por Marruecos para separar las áreas costeras controladas por Rabat (las más ricas, con ingentes cantidades de recursos naturales) de los territorios del Polisario es la estructura de segregación más larga del mundo:2.700
kilómetros . Casi uno por cada vida arrancada por las
minas de un conflicto que deja hijos sin padres, madres sin hijos y niños sin esperanza.
Su área de trabajo es un territorio inhóspito, lleno de arena, piedras y 'piedras sorpresa', en el que reina uno de los llamados 'muros de la vergüenza'. El muro construido por Marruecos para separar las áreas costeras controladas por Rabat (las más ricas, con ingentes cantidades de recursos naturales) de los territorios del Polisario es la estructura de segregación más larga del mundo:
Helicóptero de transporte despega hacia el cuartel general
del Sector Norte de la MINURSO en Smara. Junio de 2003. UN Photo/Evan Schneider |
Puede no obstante que Mbarek se diferencie en algo más trascendente de sus compañeros: primero, es del Barsa (entre los niños saharauis -y tras una rápida e informal encuesta- los seguidores del Real Madrid son legión); segundo y más importante, ve su futuro en España. Eso es diferenciador y puede que requiera más atención.
Mbarek quiere ser profesor.
Mientras se prepara para que un grupo de niños, el día de mañana, le salude
atentamente al unísono con un "¡¡Buenos
días, señor Ljalifa!!", tiene claro que, de ser, será en España. Y ahí
es cierto que se separa de la mayoría de sus compañeros. Inculcado como tienen
por sus padres el orgullo de ser saharauis, moradores de una tierra que fue
colonia española y que hoy se parte entre el reconocimiento internacional de la RASD y/o Marruecos, la
mayoría de los niños agradecen ser acogidos en verano en España, pero desean
volver junto a sus familias, a la tierra a la que quieren ver libre, algún día y llaman "patria".
Que Mbarek, en cambio, se vea a sí mismo en el futuro en España puede ser un síntoma de la guerra de desgaste que mantienen marroquíes y saharauis desde hace 4 décadas. El niño, por supuesto, es totalmente ajeno a la posible trascendencia política e histórica de sus palabras y deseos, a los que tiene todo el derecho.
Que Mbarek, en cambio, se vea a sí mismo en el futuro en España puede ser un síntoma de la guerra de desgaste que mantienen marroquíes y saharauis desde hace 4 décadas. El niño, por supuesto, es totalmente ajeno a la posible trascendencia política e histórica de sus palabras y deseos, a los que tiene todo el derecho.
Mapa de los efectivos de la MINURSO en abril de 2014 |
La existencia de la RASD es respaldada por 80
países en el mundo pero en su mayoría de escaso peso en el teatro
internacional. Al contrario, de cuando en cuando salta la polémica por tal o
cual mapa del noroeste africano que representa a Marruecos sin el Sáhara
Occidental (Google Maps así lo hace, por ejemplo). Parece ser un asunto éste
el cartográfico y/o visual que irrita especialmente a la oficialidad marroquí.
En Rabat reside uno de los problemas de
este conflicto, que incluye y afecta ya a tres generaciones. Y es que a pesar de los
esfuerzos de la ONU ,
las presiones y amenazas de Marruecos ante amagos de concesiones a los
saharauis son constantes. Y para desgracia de la paz, el reino alauí tiene
mucho con qué amenazar. Desde tratados pesqueros y comerciales, al control de
la droga que fluye hacia Europa; desde (un asunto importante para España) el
retén migratorio de sus policías en la frontera de los enclaves españoles norteafricanos de Ceuta y Melilla, hasta el más moderno y preocupante problema del
terrorismo yihadista. El último golpe encima de la mesa fue la negativa a permitir el viaje del Representante Especial de la ONU a El Aaiún, congelando a la vez la cooperación con el Enviado Especial.
La baraja de Marruecos
Al margen de quién tenga o no razón en la
base política del conflicto, la
Historia deja claro que Marruecos tiene en su mano cuatro
cartas de una baraja. En efecto, cada vez que, en el asunto del Sáhara, la ONU trata de avanzar en pro del referéndum, las condiciones de los
refugiados o el respeto a los Derechos Humanos, Rabat, pesada y firmemente,
coge una de las cartas ('rey de drogas', 'as de terrorismo', 'reina de inmigración' o 'joker de economía') y cierra la timba.
Del mismo modo, y respetando la presunción de inocencia de ambos bandos en la intrincada
y recurrente red de acusaciones cruzadas, cada vez que hay altercados o
manifestaciones en el Sáhara, es de conocimiento común que Marruecos es mucho
más 'contundente' que la España
de 1975 ante los civiles desarmados.
Por el otro lado, es igualmente cierto que la polémica surgida sobre la gestión de los paquetes de ayuda en los campamentos de refugiados denunciada por la Oficina Europea Antifraude (OLAF), no otorga precisamente credibilidad a los líderes polisarios.
Por el otro lado, es igualmente cierto que la polémica surgida sobre la gestión de los paquetes de ayuda en los campamentos de refugiados denunciada por la Oficina Europea Antifraude (OLAF), no otorga precisamente credibilidad a los líderes polisarios.
Fatimet Sudani Mustafa Luali no sabe de
nada de eso. A sus 9 años le basta con saber que le quedan aún muchos veranos por
delante para disfrutar de la piscina en España. Antes de coger el
avión hacia Europa, su madre le advirtió que obedeciese a la que sería su madre española
durante unas semanas en la localidad de El Astillero. "¡Obedece a Amaya!",
imita Fati (como la llaman), mientras mueve el dedo índice, como lo hiciera su
madre en el Sáhara, semanas atrás.
La madre de Fatimet sabe bien cómo se
llama la mujer que acogerá y cuidará de su hija en verano. Lo sabe porque sus
familias son tristes testigos de un conflicto y de su duración. Fatimet
despliega en media hora de conversación algunos rasgos de carácter fuerte
(incluso 'mala leche') que podría ser justificadamente aún más fuerte cuando
crezca y la situación siga igual. La madre de Fati sabe bien que la mujer de
España se llama Amaya, porque Amaya y su familia la acogieron a ella en 'Vacaciones en paz', cuando era una niña, hace 30 años.
Más de 30 años, casi 40, de esfuerzos internacionales.
De labores de mantenimiento de cese del fuego, de reducción de tropas, de
mediación y labores de desminado de la
ONU. 40 años de lágrimas, sangre y miedo. Miedo hasta de las
piedras.
En la página 18, párrafo 74, de su informe al Consejo de Seguridad sobre la situación del Sáhara de 10 de abril de 2015, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, aseguraba: “Transcurridos 40 años desde el inicio del conflicto y 8 años desde la presentación de las propuestas de las partes, no puede justificarse el mantenimiento del statu quo y la falta de participación constructiva e ingeniosa en la búsqueda de una solución”.
Y aunque todo podría seguir igual, los niños del Sáhara ya no quieren tener miedo. Prefieren un futuro.
En la página 18, párrafo 74, de su informe al Consejo de Seguridad sobre la situación del Sáhara de 10 de abril de 2015, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, aseguraba: “Transcurridos 40 años desde el inicio del conflicto y 8 años desde la presentación de las propuestas de las partes, no puede justificarse el mantenimiento del statu quo y la falta de participación constructiva e ingeniosa en la búsqueda de una solución”.
Y aunque todo podría seguir igual, los niños del Sáhara ya no quieren tener miedo. Prefieren un futuro.
UN Photo/Evan Schneider |
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Agradecimientos:
Gabriel Herrería (Cantabria por el Sáhara), Elisa Pavón, Amaya Carracedo. Fotos Mandouf: Joaquín
Tornero. Fotos: archivo ONU según crédito y Ahora Cantabria. Foto cabecera: UN
Photo/Martine Perret
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