Lo que sentí cuando me operaron el cerebro estando despierta




FRANCISCO J. GIRAO/Santander

¿Dormida o despierta? La decisión era sencilla. De hecho, el doctor Juan Martino González, adjunto al Servicio de Neurocirugía del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, no le dio opción a escoger a la joven cántabra Bárbara Díaz (29 años): operando el tumor cerebral que tenía para intentar extirparle la mayor parte posible estando dormida las posibilidades de secuelas vitalicias eran del 40%. Si se sometía a la cirugía despierta, no llegaban al 2%. 

¿Por qué esa diferencia? ¿Por qué tan grande? Lo explicaremos enseguida. Vamos a ver, leer e incluso oír toda la historia. Ahora vayamos al principio. A unas semanas antes de la Navidad de 2015.

Después de comer en casa de su madre, Bárbara y su novio, Javier Fernández (Javi), deciden ir a dar una vuelta por allí mismo, por el valle de Iguña. Ahí comenzó todo. Unos días antes, la joven había sufrido mareos e incluso pérdidas momentáneas de visión que todos achacaron al estrés por el trabajo y las oposiciones que hoy sigue preparando. Pero no. Cedió el volante a Javi tras confesar que no podía conducir y ahí, en el asiento del copiloto, empezó una escena que probablemente él no olvide mientras viva (ella no lo recuerda): convulsiones, golpes involuntarios de su cabeza contra la ventanilla, espuma por la boca... Así lo cuenta Javi:


Y a toda velocidad a Sierrallana. Allí le hacen pruebas y una neuróloga es la encargada de darle la noticia, antes de derivarle a Valdecilla: tiene un tumor en el lado derecho del cerebro.
Javi ha sido y es un gran apoyo para Bárbara

Una de las cosas que Bárbara ha aprendido durante este trance y sobre la que puede aconsejar, es la inconveniencia de acudir a Internet sin asesoramiento profesional tras ser diagnosticado. Entre la consulta en Sierrallana y la de Valdecilla pasaron varias semanas en las que Internet, con consultas en Google del tipo 'tumor cerebral', sólo les devolvía resultados de preocupación y ansiedad. Todo cambió en la consulta del doctor Juan Martino. Lo cuenta la propia Bárbara:


Escuchar a Bárbara relatar la confianza que le trasladó el neurocirujano simplemente contándole exactamente qué le pasaba y cómo lo iban a solucionar es entender que, en la mayoría de los casos médicos, 'información' es casi lo mismo que 'tranquilidad'. Y cuanto más de lo primero, más de lo segundo. 

Y ahí, en aquella consulta de Valdecilla, llega la terrible noticia: No son asumibles los riesgos asociados a intervenirla para extirparle el tumor estando sedada: han de operarla despierta. La explicación es sencilla: aunque contamos con grandes expertos en la ciencia del cerebro humano (varios de los cuales están en España, como el doctor Martino y los miembros del Servicio de Neurocirugía del Marqués de Valdecilla) nuestro órgano central es todavía un gran desconocido. De ahí que el proceso para llegar hasta el tumor deba consistir en una especie de acceso de milimétrico avance de prueba y error: avanzar con el instrumental y comprobar que ninguna capacidad se ve afectada gracias a que el paciente está consciente y se le pueden hacer preguntas y pruebas; si durante uno de los movimientos hacia el glioma Bárbara da muestras de desorientación, errores cognitivos u otros, el cirujano Martino retrocede y accede por otro lado.

Desde ese mismo momento, aunque ella no lo reconoce, la joven Bárbara despliega todas las dotes de valentía de las que ha hecho gala a lo largo de todo el trance. Lo asume. Lo acepta y se prepara, siempre con toda la información por parte del impresionante equipo médico que la intervino.

Bárbara (derecha) con su mejor amiga, su 'punxu' como ellas dicen, Noemí

La intervención, de 10 horas de duración (desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde del 5 de abril de 2016) tuvo dos partes bien diferenciadas: una primera en la que Bárbara fue dormida con anestesia general (fue entonces cuando se le trepanó una estrecha franja del lado derecho de la cabeza, alrededor de la oreja, por donde el cirujano pudiera introducir sus instrumentos y se le fijó a la mesa de operaciones, de lado, para la siguiente fase); y una segunda, tras reanimarla, para proceder a la extracción del glioma.

¿Qué se siente cuando te operan el cerebro, estando despierta? Bárbara lo identifica con una visita indolora al dentista: "No sientes dolor, pero notas que te están hurgando. Notas que te están tocando el cerebro":


El proceso en sí de la operación resulta apasionante. En el equipo hay una neuropsicóloga que, siempre a la vista de Bárbara, le va proponiendo pruebas de memoria o habilidad espacial o geométrica, en coordinación con el cirujano. Cuando notan que algo no va bien, reculan. Fue el caso de una línea horizontal en un papel de la que Bárbara, tumbada, debía señalar con su única mano libre y un bolígrafo el punto medio. No fue el 'medio' del todo lo que su cerebro localizó, vía las señales de sus ojos. "Se va hacia la izquierda" advirtió la neuropsicóloga a Martino:


Mientras tanto, fuera del quirófano, su madre, Isabel, los familiares, el novio y los amigos de Bárbara pasaban su particular Calvario de 10 horas. Isabel ha sufrido (lógicamente) como nadie durante todo el proceso. Y es que al dolor natural de una madre ante el padecimiento de una hija, hay que añadir el no poder explicarse por qué. No hay porqué con 29 años. Ni porqué ni consuelo.
Sus amigos han estado todo el tiempo pendientes de Bárbara, dándole ánimos y arrancándola sonrisas cuando no le apetecía dibujarlas en su boca

La lesión era pequeña. Unos pocos centímetros, con poco grosor y alargada. Un fideo. Aunque Bárbara no podía concebir que esa cosa extraña en la cabeza que veía en la pantalla en las primeras consultas fuese "pequeña" a juicio del cirujano, se convenció al ver catálogos médicos de tumores cerebrales del tamaño de pelotas de tenis... y más grandes.

Afortunadamente, gracias a una profesionalidad a prueba de bombas de un equipo médico con mucho de lo que enorgullecerse, todo fue bien. El cirujano prefirió, no obstante, no extirpar el tumor completo, arrancando sólo su núcleo. La incógnita desde entonces es saber cómo se comportará el resto que ha quedado en la cabeza de Bárbara.
Su familia ha sufrido por ella y junto a ella. En primer término, Rafa Díaz (su padre) e Isabel Vela (su madre)

Tras el verano, de todos modos, paciente y neurocirujano tienen agendada una consulta en la que, con toda probabilidad, fijarán fecha para una segunda intervención; el pensamiento de Bárbara para apoyar la opinión del médico de una nueva operación es firme: "Prefiero despreocuparme de por vida que no tener que hacer una resonancia cada 6 meses para ver si ha crecido o sigue igual". Viviendo lo vivido, debe agradecer al equipo de Martino poder tener la claridad intelectual intacta para pensar de manera tan práctica. Y lo sabe.

Será una segunda intervención a la que la joven cántabra, sus padres, novio, familiares y amigos irán mucho más tranquilos, sabiendo lo que pasa cuando expertos te operan la cabeza, estando despierta.




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La historia continúa, desde un punto de vista médico, en 'Cómo operé el cerebro de mi paciente despierta'

1 comentario:

  1. Eres muy valiente.Seguro todo te va a ir bien y ésta etapa de tu vida pasará y te acordaràs de ella como si fuese una pésima pesadilla.

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